31 años del atentado a la AMIA, el ataque terrorista más grave en la historia argentina, que dejó 85 muertos y más de 300 heridos tras la explosión de una bomba en la sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina, en el barrio porteño de Once. Tres décadas después, el reclamo de justicia sigue vigente, en un caso atravesado por la impunidad, el encubrimiento y la falta de respuestas del Estado.
Aquel lunes 18 de julio de 1994, a las 9:53 de la mañana, una camioneta cargada con explosivos detonó frente al edificio de la AMIA, en Pasteur 633, provocando una devastación total. La onda expansiva arrasó con la sede mutual, dañó estructuras vecinas y sumió al país en el espanto.
Desde entonces, las imágenes de escombros, sirenas y voluntarios removiendo piedras con las manos quedaron grabadas en la memoria colectiva. Pero también lo hizo la frustración: en 31 años, no hay un solo condenado por el atentado.
Una causa marcada por la impunidad
La investigación judicial ha estado plagada de irregularidades. El primer juicio, celebrado en 2004, terminó en escándalo con la absolución de todos los acusados y la denuncia de encubrimiento por parte de funcionarios, policías y agentes de inteligencia. En 2005, el entonces presidente Néstor Kirchner calificó el caso como una “vergüenza nacional”.
La figura del fiscal Alberto Nisman marcó una nueva etapa en la causa. En 2015, un día antes de presentar una denuncia contra la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner por presunto encubrimiento a Irán, Nisman apareció muerto en su departamento, un hecho que aún no fue esclarecido del todo.
Irán y la organización Hezbollah han sido señalados como responsables del ataque por la Justicia argentina, pero los pedidos de extradición no han tenido respuestas efectivas. Mientras tanto, el paso del tiempo amenaza con debilitar aún más las posibilidades de llegar a la verdad.
El valor de la memoria
Cada 18 de julio, familiares de las víctimas, organizaciones comunitarias y defensores de derechos humanos se concentran frente a la reconstruida sede de la AMIA para rendir homenaje y renovar el pedido de justicia. Este año, el acto central vuelve a poner el foco en la impunidad, bajo el lema: “31 años de memoria, verdad y justicia”.
El atentado a la AMIA no fue solo un ataque a la comunidad judía argentina —la más numerosa de América Latina—, sino a todo el país. Fue un acto de terrorismo internacional ejecutado en suelo nacional, cuya falta de resolución continúa siendo una deuda histórica de la democracia.
A 31 años, la sociedad argentina recuerda. Y no olvida.