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El trasfondo psiquiátrico detrás de la tragedia familiar de Villa Crespo

La reciente tragedia ocurrida en el barrio porteño de Villa Crespo ha generado una enorme conmoción social. Una madre, aparentemente sin antecedentes de violencia, es la principal sospechosa de haber acabado con la vida de sus dos hijos y su pareja, para luego suicidarse. El caso ha abierto un profundo debate sobre salud mental, tratamientos psiquiátricos y el abordaje social de los padecimientos mentales graves.

Consultada sobre el hecho, la doctora Vanina Botta, médica especialista en psiquiatría, brindó una entrevista esclarecedora en la que abordó las posibles causas del crimen, las señales de alerta y los prejuicios que aún pesan sobre las personas con enfermedades mentales.

“Son casos que impactan muchísimo, sobre todo por esa pregunta que nos deja paralizados: ¿cómo una madre puede matar a sus hijos?”, reflexiona la profesional.

Hipótesis psiquiátrica: una posible descompensación psicótica

Aunque el caso aún está en etapa investigativa y no se cuenta con un diagnóstico confirmado, Botta señala que todo apunta a un cuadro psiquiátrico grave, posiblemente una psicosis descompensada o un episodio delirante agudo.

“No se puede hablar con certeza, pero por la forma del crimen —la escena desorganizada, una nota incoherente— se presume que la mujer atravesaba un episodio psicótico. Esto puede incluir ideas delirantes, alucinaciones y un juicio de realidad profundamente alterado”, explica.

La especialista remarcó que estos cuadros muchas veces no son advertidos a tiempo por el entorno cercano. “Las familias tienden a naturalizar ciertas conductas extrañas o erráticas. Y eso, sumado a la falta de conciencia de enfermedad por parte del paciente, puede llevar al abandono del tratamiento”.

El estigma: la mayoría de los crímenes no los cometen personas con enfermedad mental

Vanina Botta también puso el foco en el estigma que sufren las personas con trastornos mentales. “Es fundamental aclarar que la gran mayoría de los crímenes, incluidos los homicidios y femicidios, son cometidos por personas sin diagnósticos psiquiátricos”, sostuvo. Y añadió: “Estadísticamente, los enfermos mentales no son más violentos que el resto de la población. De hecho, muchas veces son ellos las víctimas”.

No obstante, sí reconoció que hay excepciones —como este caso— donde la combinación de una enfermedad mental descompensada y el abandono de tratamiento puede desembocar en hechos de violencia extrema.

Internaciones involuntarias: una herramienta preventiva necesaria

Botta explicó que, en contextos de descompensación psicótica, es habitual que las internaciones deban ser involuntarias, debido a que las personas pierden conciencia de su enfermedad. La ley contempla estos casos bajo el criterio de “riesgo cierto o inminente para sí o para terceros”.

“No es como tener una angina, que uno reconoce los síntomas y va al médico. En la psicosis, muchas veces el paciente cree que lo quieren envenenar con la medicación, lo que dificulta la adherencia al tratamiento”, dijo.

También remarcó el rol de los equipos de salud en trabajar con las familias para detectar signos de alerta, como alteraciones del sueño, cambios abruptos en el discurso o ideas delirantes incipientes.

El rompecabezas de una escena trágica

Sobre el caso en particular, la psiquiatra detalló que los indicios recabados por los peritos, como la organización del lugar, la data de muerte y la ausencia de heridas defensivas, sumado al contenido de la nota encontrada, permiten construir una hipótesis diagnóstica compatible con una descompensación psicótica.

“Se trató de una escena del crimen desorganizada, con un final trágico: una única herida cardíaca en la mujer, posterior a la muerte de sus hijos y su pareja. Todo sugiere un crimen en masa impulsado por una mente fuera de la realidad”.

La salud mental, una prioridad postergada

La doctora Botta concluyó con un llamado a la acción. “Es urgente hablar de salud mental no solo en clave de bienestar, sino también de prevención. Las enfermedades mentales existen, son tratables, pero requieren acompañamiento, detección temprana y acceso a servicios de calidad”.

A medida que la investigación judicial avanza, este caso nos obliga a mirar de frente una problemática que suele permanecer en las sombras. No se trata solo de evitar que una tragedia así vuelva a ocurrir, sino de construir una sociedad donde el sufrimiento mental sea atendido, no ocultado ni estigmatizado.

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