En los cimientos de cualquier sociedad democrática se encuentran valores fundamentales como la libertad, la justicia y la participación ciudadana. Sin embargo, cuando la violencia y la manipulación se infiltran en los procesos políticos, la integridad de la democracia se ve seriamente comprometida.
La presencia de violencia en la esfera política y electoral crea un ambiente de miedo e inseguridad entre los ciudadanos. Los actos violentos, ya sean físicos o verbales, impiden el libre ejercicio del derecho al voto y limitan la expresión de las ideas. Cuando la violencia se convierte en una herramienta para imponer intereses políticos, se fractura el diálogo necesario para el funcionamiento efectivo de la democracia. Además, la violencia puede generar ciclos de venganza y confrontación, poniendo en peligro la estabilidad y la paz social.
La manipulación de la información es otra forma de atentar contra la democracia. Los “preocupados” manipuladores de violencias distorsionan hechos, utilizan desinformación y propagan noticias falsas para influir en la percepción de los ciudadanos y, de esta manera, moldear sus decisiones electorales. Cuando la verdad es desvirtuada, se erosionan los cimientos de la democracia basada en la transparencia y el acceso a información veraz. Esto debilita la confianza del pueblo en sus líderes y en las instituciones que deben servir al bien común.
La presencia de violencia y manipulación en la esfera política tiene efectos devastadores. La confianza en las instituciones democráticas se debilita, dando lugar al surgimiento de líderes autoritarios que prometen resolver problemas de manera rápida y eficiente, pero a menudo a expensas de los derechos civiles y las libertades individuales. Además, la polarización y la división se intensifican, dificultando la construcción de consensos y la búsqueda de soluciones reales para los desafíos que enfrenta la sociedad.
Solo con un compromiso firme y un esfuerzo colectivo podremos asegurar que la democracia siga siendo el camino hacia una sociedad más justa, igualitaria y próspera. Dejemos atrás la violencia y la manipulación, y juntos, construyamos un futuro en el que el voto de cada ciudadano sea valorado y respetado, y donde la democracia sea verdaderamente el gobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo.
