La Cámara Argentina Patagónica de Industrias Pesqueras (CAPIP) participó este viernes de las X Jornadas de Economías Regionales en la Patagonia, organizadas por la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco, que celebraron una década de análisis y debate sobre el desarrollo productivo de la región.
El panel pesquero —integrado por Agustín De la Fuente (presidente de CAPIP), Damián Santos (CEO del Grupo San Isidro y ex presidente de CAPIP), Raúl “Tato” Cerecetto y Gustavo González— reunió por primera vez a representantes de las principales cámaras empresarias del sector (CAPIP y CAFACH) para compartir una mirada común sobre el presente y el futuro de la actividad.
Un recurso en crecimiento, un mercado cada vez más exigente
En su intervención, Damián Santos contextualizó el momento que atraviesa la pesquería de langostino. En los últimos quince años, el esfuerzo provincial pasó de capturar unas siete mil toneladas a operar entre setenta y cien mil, consolidando a Chubut como el corazón productivo del recurso. Esa expansión, explicó, obliga a abrir nuevos mercados y ajustar los costos internos para sostener competitividad en un escenario global muy diferente al de la última década.
El crecimiento vertiginoso de la acuicultura —especialmente del langostino vannamei, que ya supera los cinco millones de toneladas anuales— cambió por completo las reglas del juego. El langostino salvaje argentino, con un límite biológico claro y un manejo precautorio, compite en góndola con un producto visualmente similar pero producido a gran escala y sin restricciones ambientales de captura.
En este contexto, la certificación MSC obtenida por Chubut el último año se consolidó como una herramienta clave: permite diferenciar al langostino salvaje argentino como una pesquería sostenible, con manejo científico y trazabilidad, reforzando su posicionamiento frente a la producción de criadero. La advertencia del INIDEP sobre no incrementar el esfuerzo pesquero, señaló Santos, se inscribe en esa misma lógica: mantener un recurso sano para sostener la industria a largo plazo.
Otro punto central fue el valor agregado. Santos remarcó que la industria argentina tiene capacidad instalada y conocimiento técnico para avanzar hacia productos de mayor procesamiento, incluso de góndola, pero carece de la previsibilidad económica necesaria para encarar contratos internacionales de mediano plazo. La estabilidad macroeconómica —fundamental para fijar costos y compromisos a tres o cuatro años— sigue siendo la principal barrera para escalar en complejidad industrial.
La mirada de la flota amarilla: un mercado global que reconfigura la actividad
Tras el diagnóstico de Santos, Cerecetto y González —referentes de la flota amarilla— aportaron una lectura complementaria desde la experiencia fresquera. Coincidieron en que la competencia global con el langostino de cultivo presiona los precios y condiciona la rentabilidad, especialmente para una flota que depende del entero fresco y de mercados muy sensibles a la variación de costos.
También advirtieron que el escenario internacional obliga a repensar estrategias colectivas: diversificar mercados, sostener la competitividad operativa y profundizar la articulación en la región. La flota amarilla mantiene un rol social y económico clave en puertos como Rawson, y necesita estabilidad para seguir aportando empleo y valor a la región.
De la Fuente: sostenibilidad, puertos azules y certificaciones como nuevos atributos de valor
El presidente de CAPIP, Agustín de la Fuente, enfocó su intervención en los desafíos estratégicos vinculados a sostenibilidad y competitividad global. Expuso los resultados de las visitas técnicas realizadas al Puerto de Vigo, uno de los puertos más avanzados del mundo en estándares ambientales, trazabilidad de residuos y articulación institucional.
De la Fuente destacó que ese modelo es el norte que guía al proyecto Puerto Azul en Puerto Madryn, iniciativa en la que CAPIP es un actor clave. La sostenibilidad —ya sea a través de certificaciones internacionales, de la gestión responsable de residuos o de la trazabilidad portuaria— se ha convertido en un atributo comercial tan importante como el tamaño o la calidad del langostino.
Para el titular de CAPIP, el agregado de valor ya no se limita al procesamiento industrial: hoy también incluye procesos transparentes, certificaciones exigentes, compromiso ambiental y articulación con instituciones científicas y académicas. Esos elementos, afirmó, son los que posicionan a la Patagonia como una región pesquera competitiva frente a la producción global de acuicultura.


