Estudiantes de la Facultad Regional Chubut desarrollan baldosones a partir de valvas de bivalvos. El proyecto, que combina innovación, sostenibilidad y gestión industrial, avanza en la creación de un producto alternativo para la construcción, elaborado con residuos del sector pesquero.
Puerto Madryn. Tres estudiantes de la Licenciatura en Organización Industrial de la Facultad Regional Chubut de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN – FRCh) trabajan en un proyecto que busca transformar un residuo de la industria pesquera —las valvas de bivalvos— en baldosones sustentables para la construcción. La iniciativa, que surgió en el marco de la cátedra de Comercialización, articula formación académica, investigación aplicada y compromiso con el entorno productivo regional.
Tamara Mendoza, Yazmín Apablaza y Candelaria Funes son las impulsoras de esta propuesta que, a partir de una idea inicial de la docente de la cátedra de Comercialización, Lorena Álvarez, fue tomando forma dentro de la universidad. Las tres coinciden en que el trabajo representa una oportunidad concreta para aplicar los conocimientos adquiridos a lo largo de la carrera y contribuir a la economía circular local.
Durante la búsqueda de un tema para su proyecto final, las estudiantes conocieron una experiencia similar desarrollada en una universidad chilena, basada en la reutilización de valvas de mejillones. Al analizar el contexto productivo de la provincia, identificaron el potencial de replicar esa idea en Chubut, donde existe una fuerte actividad pesquera y una ausencia de proyectos que agreguen valor a este tipo de residuos.
“Vimos una oportunidad para aprovechar un material que hoy se deposita sin tratamiento y transformarlo en un producto útil, sustentable y de origen local”, explicaron las estudiantes. El objetivo del trabajo es sustituir materias primas tradicionales por una alternativa innovadora que aproveche recursos disponibles en la región y reduzca el impacto ambiental de los desechos orgánicos.
El desarrollo propone convertir las valvas de mariscos, que actualmente se descartan en el Centro Ambiental Patagónico, en placas de revestimiento. El proceso de producción genera pocos residuos y permite que las partículas no utilizadas se reintroduzcan como materia prima para otros usos, cerrando el ciclo productivo.
La docente, Lorena Álvarez, destacó el valor integral de la iniciativa: “Para mí este proyecto tiene un enorme valor académico, pero también un valor desde las capacidades de la universidad puestas al servicio de los problemas de la comunidad. Nació con una idea que las chicas se apropiaron y transformaron en algo tangible. Trabajar con un residuo real, estar en contacto con la planta pesquera y pensar desde la sustentabilidad, las hizo aprender haciendo”.
Alvarez señaló además que “el impacto potencial es doble: desde el punto de vista ambiental, porque reduce la cantidad de residuos que hoy se entierran, y desde el plano productivo, porque abre la posibilidad de diversificar la economía local con un material innovador y alineado con las tendencias de construcción sustentable”.
En el aspecto técnico, el proyecto se encuentra en una etapa de validación de los primeros prototipos. Las pruebas realizadas en los laboratorios de la Facultad permitieron obtener resultados alentadores sobre la resistencia y el comportamiento del material frente al agua utilizada en el proceso de fabricación.
Las estudiantes subrayan que la formación en la Licenciatura en Organización Industrial fue clave para poder llevar adelante un proyecto de esta naturaleza. “La carrera nos dio una visión integral que nos permite abordar todas las etapas: desde el estudio de mercado y los aspectos técnicos hasta los organizacionales, ambientales y económicos. Pudimos trabajar con una mirada multidisciplinaria y con enfoque en la realidad de la región”, señalaron.
El proyecto incluye además una proyección hacia el futuro: articulación con empresas locales, profundización del estudio de mercado, certificaciones de calidad y estrategias de comunicación que destaquen el valor agregado ambiental y regional del producto. Las estudiantes consideran que vincularse con el sector productivo es fundamental para que la propuesta pueda transformarse en una oportunidad concreta de desarrollo para la zona.
Para la decana de la FRCh, Diana Bohn, esta experiencia representa “una muestra clara de lo que significa la universidad pública trabajando en y para el territorio”. Destacó que “las temáticas que abordan nuestras y nuestros estudiantes se relacionan directamente con los recursos de la región y con la posibilidad de mejorar sus procesos productivos, generar innovación y valor agregado”.
Bohn subrayó también la importancia de la cercanía con el ámbito industrial: “Cada vez que una idea académica se conecta con una necesidad real del sector productivo, se fortalece el vínculo entre conocimiento y desarrollo. Ese es el sentido más profundo de una universidad tecnológica y pública: formar profesionales capaces de pensar soluciones para su entorno”.
Desde la FRCh se promueve activamente la articulación entre docencia, investigación y extensión. Proyectos como el de Tamara, Yazmín y Candelaria expresan ese espíritu y consolidan un modo de trabajo que prioriza la colaboración entre estudiantes, docentes, empresas e instituciones.
La iniciativa cuenta con el acompañamiento del Grupo de Estudios en Desarrollo Territorial y Ambiental (GesDTA), que funciona en la Facultad, y que brinda un marco de apoyo técnico y conceptual para proyectos orientados a la sostenibilidad y la innovación.
En los últimos años, la FRCh fortaleció su vínculo con el sector pesquero e industrial, impulsando investigaciones, capacitaciones y proyectos de transferencia tecnológica. Este trabajo se refleja en experiencias como la que hoy llevan adelante las estudiantes, que aportan nuevas miradas sobre cómo producir mejor, con menor impacto y mayor valor agregado.
“Nos motiva pensar que algo que empezó como una idea puede convertirse en un aporte real para la comunidad”, comentaron las tres jóvenes, que ya avanzan en los informes finales y las evaluaciones técnicas necesarias para la presentación del proyecto como trabajo de titulación.
El desafío siguiente será continuar con las pruebas, ajustar los prototipos y abrir la posibilidad de futuras alianzas con empresas o instituciones que permitan escalar la producción. Las estudiantes coinciden en que más allá del resultado académico, el aprendizaje obtenido marca un punto de inflexión en su formación profesional.
La decana concluyó que “en contextos como el actual, donde los desafíos ambientales y productivos se entrecruzan, proyectos como éste muestran la capacidad transformadora de la educación pública. La UTN no sólo forma profesionales, sino que acompaña procesos que aportan soluciones concretas para el desarrollo sostenible del territorio”.