Silvia Leyes, actual presidenta, junto a las fundadoras Leonela Beatriz Bruno y Aída del Carmen Paz, repasaron la historia y los desafíos de esta agrupación que acompaña con amor a pacientes del hospital local. El objetivo principal: finalizar la sede propia.
En un emotivo acto celebrado hoy, la Asociación de las Damas Rosadas conmemoró su 39° aniversario de servicio solidario y voluntario en el hospital de la ciudad. Fundada por Leonela Beatriz Bruno y Aída del Carmen Paz, y presidida actualmente por Silvia Leyes, esta organización ha sido un sostén humano y afectivo fundamental para cientos de pacientes a lo largo de casi cuatro décadas.
“Estamos muy entusiasmadas de poder celebrar este nuevo aniversario. Es un momento muy especial, porque no solo miramos hacia atrás y valoramos lo que hicimos, sino que también proyectamos hacia el futuro”, expresó Silvia Leyes, presidenta actual de la asociación. “Aprendemos muchísimo de las pioneras. Son un emblema para nosotras”, agregó.
La comunidad, el motor que las impulsa
El trabajo de las Damas Rosadas no sería posible sin el respaldo de la comunidad y el aporte de empresas locales. “Gracias a la gente que colabora, nosotras podemos seguir. La comunidad está siempre, desde el primer día”, remarcó Leyes. En estos momentos, el objetivo principal del grupo es finalizar la construcción de su sede, ubicada junto al área de salud mental del hospital, un espacio vital para guardar los insumos y donaciones que reciben diariamente.
“Contamos un poquito la historia desde los primeros días, cuando Aída nos contaba que en el hospital viejo tenían un cuartito que hasta se llovía. Y así fuimos creciendo hasta hoy”, relató.
Acompañar con amor
Una de las voces más sentidas fue la de Aída del Carmen Paz, una de las fundadoras, quien definió su chaqueta rosada con una sola palabra: “la vida”. Con más de tres décadas de servicio voluntario, Aída recordó los comienzos con emoción. “Antiguamente me quedaba de noche con los enfermos, a veces no tenían quien los acompañara. Veníamos a darles la leche, el almuerzo o la cena”, contó.
Aída no duda al afirmar lo que significa el voluntariado: “Si tuviera que hacerlo, lo haría de vuelta. Es lo más lindo que hay”. Y subrayó que el trabajo no solo es brindar asistencia, sino también contención emocional: “Uno va al hospital a buscar salud, pero también amor, y eso es lo que tratamos de dar”.
Vocación, ejemplo y legado
Por su parte, Leonela Beatriz Bruno, también fundadora, compartió una reflexión sobre lo que representa este compromiso: “Para mí es otra vida distinta. Antes trabajaba por necesidad, hoy trabajo por vocación. Llevo sonrisas, agradecimiento y paz”.
Contó que su vocación surgió tras jubilarse como docente: “Siempre quise hacer algo, y en cuanto me jubilé me sumé. No perdí tiempo”. Aun en tiempos de pandemia, Leonela y otras damas siguieron colaborando desde sus hogares: “Trabajamos igual, somos como golondrinas, que van y vienen trayendo cosas”.
Cuando se le preguntó cómo se transmite esta vocación a las nuevas generaciones, respondió con firmeza: “Con el ejemplo. No hay mejor manera que esa. Por más que uno hable, si no se hace ver, no sirve”.
Modernidad y solidaridad
A pesar de los tiempos cambiantes y el auge de las redes sociales, la solidaridad sigue firme. “Una de las damas se encarga de todo lo digital: redes, flyers para campañas. La comunidad siempre responde. Pedimos pañales, ropa, artículos de higiene, y siempre colaboran”, explicó Silvia Leyes.
Además, destacó que la organización mantiene vínculo con CIVHA, la red nacional de Damas Rosadas, a la que recurren para orientación y apoyo institucional en situaciones que exceden lo local.
Un legado de amor
La jornada fue más que un acto conmemorativo; fue un homenaje a décadas de entrega silenciosa, constante y profunda. Como bien resumió Aída: “El amor es dar sin esperar nada a cambio. Y la verdad es que se recibe mucho más de lo que se da”.