Madryn

La Democracia como único camino

Por: Sergio Mucznik

Revisando entre algunos libros encontré una boleta de las elecciones presidenciales y legislativas de octubre de 1983. Creo que me la dio mi padre. La guardé tan bien que me olvidé de ella y la encontré después de mucho tiempo.

Se me viene a la cabeza el camino recorrido entre la caída de Illia, en junio de 1966, y la llegada de Alfonsín al poder. Y dentro de ese camino la travesía de la militancia juvenil para restablecer el sistema republicano en la Argentina.

Pensaba en Federico Storani, en Luis “Changui” Cáceres, en Amaya, en Solari Yrigoyen, en Sergio Karakachoff; en los muchachos de la Coordinadora y de la Franja Morada. Pensaba en la militancia jugada de los años 60 y 70; en las diferencias entre Balbín y Alfonsín. El primero más congraciado con regímenes impuestos; el 2do, más combativo desde las banderas de la Democracia. Ojo, dos señores de la UCR que, desde veredas opuestas, intentaron restablecer nuestras libertades en períodos tan cambiantes como complejos.

Pensaba, además, en la guerrilla armada que eligió la violencia en tiempos turbulentos; en la clandestinidad no sangrienta que prefirieron muchos jóvenes de la JR para mantener vivos los ideales de Alem. Sus objetivos apuntaban a desgastar las Dictaduras- arengando por elecciones libres y sin proscripciones- con reuniones en departamentos, en teatros vacíos y en garajes poco ocupados; primero enfrentaron a la “Revolución Argentina”; luego al gobierno constitucional de López Rega e Isabel. Llegaría el lamentable régimen nacido con Videla, con las terribles consecuencias que conocimos después.
Recordaba a todos los caídos antes de aquel maravilloso 30 de octubre de 1983 al que hice referencia. En todos los mártires de todas nuestras luchas.

El contexto ha cambiado, han transcurrido muchos años. El pasado forma parte de la historia y el futuro es un gran interrogante delante de nuestros pies. Muchos afirman que ya no tenemos las mismas motivaciones que hicieron dignas las vidas de millones personas. Yo creo que, mientras la UCR se mantenga erguida, tenemos nuevas oportunidades una y otra vez. Si en contextos difíciles hemos resistido y sobrevivido, ahora -aunque surjan baches y nuevos desconciertos- nuestros caminos serán siempre más livianos que los recorridos en el triste ayer.

Tenemos una historia con aciertos y con errores como las que también atraviesa cualquier ser humano. Y toda historia tiene argumentos, hechos y protagonistas. Tenemos que seguir reconstruyéndonos -como buenos obreros- siempre coherentes entre el decir y el hacer. Pero cuidado: como sucede con el amor… las flores no se riegan solas.

Espero siempre que los jóvenes radicales de nuestra provincia hagan caso a lo que dijo el viejo Raúl: “sigan las ideas, no a los hombres”. Muchas veces las personas mienten, pero las ideas no. Están guardadas, firmes y seguras en las páginas del tiempo y en los lugares más sagrados de la memoria. Hay que darlas a conocer para seducir a quienes quieran mejorar nuestra calidad política. Respetando y acompañando a quienes -también con sus respectivas banderas- intentan construir un país más justo y representativo. Siempre en paz, siempre en armonía.

La historia remuerde conciencias, porque nos obliga a ser coherente con los principios que afirmamos sostener. En Democracia, muchas veces, hay acuerdos con otras fuerzas y pactos circunstanciales; muchas veces es levantarse y volverse a caer. Pero “que el árbol no nos tape el bosque”. Ojalá que nuestra juventud siga leyendo e instruyéndose; navegando y anclando en todos los puertos de nuestro pasado. No perdamos nunca nuestra identidad, somos mucho más que los colores rojo y blanco. La UCR nació en 1891… ¿miren si no hay relatos y crónicas por recorrer?

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