La Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (UATRE) lanzó una medida de fuerza a nivel nacional tras el estancamiento de las negociaciones paritarias con la Mesa de Enlace. Así lo confirmó Demián Gómez, delegado regional del gremio en Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego, quien aseguró que los trabajadores están siendo “desconocidos” y “despreciados” por los sectores del agro.
La situación que expone Gómez no es nueva, pero sí cada vez más crítica. Desde mayo, los salarios del personal rural no han sido actualizados, y el gremio denuncia que ni la Sociedad Rural ni los principales representantes del campo se presentan a negociar. “No han hecho ni una sola propuesta. Consideran que nuestros trabajadores están cobrando demasiado”, afirmó Gómez, con visible indignación.
Condiciones precarias y salarios por debajo de la canasta
Actualmente, un peón rural en la región patagónica cobra alrededor de $830.000, mientras que en otras zonas del país el salario puede descender a $620.000, cifras muy por debajo del costo de vida estimado por los propios indicadores oficiales. Pero más allá del salario, Gómez alertó sobre la cruda realidad que enfrentan muchos trabajadores del campo: “Viven en condiciones inhumanas, en verdaderas cuchas de perro. Hay casas que parecen cuevas, sin servicios ni estructura digna”, denunció.
En muchos casos, los propios empleadores desconocen a quienes trabajan en sus campos. “Hemos tenido juicios laborales donde los patrones afirman no conocer al trabajador ni reconocer el puesto donde vivía”, relató. En ese contexto, UATRE recurre a registros fotográficos y testimoniales para documentar cada intervención.
La complejidad de protestar en el campo
A diferencia de otros sectores, realizar un paro en el mundo rural no es tarea sencilla. “Un puestero en el medio del campo puede dejar de trabajar, pero su protesta no se ve. Por eso, empezamos a visibilizar con manifestaciones en las rutas o en zonas productivas más visibles”, explicó Gómez. “Los trabajadores rurales tienen otra lógica. Son bravos para reclamar, pero también muy resistentes al conflicto. Porque saben que si se quejan, al otro día tienen que seguir conviviendo con el mismo patrón”, agregó.
A pesar de todo, el gremio asegura que algunos cambios se han empezado a ver. “Muchos productores que no conseguían personal se vieron obligados a mejorar las viviendas y condiciones. Nosotros avisamos: con tal patrón no vayan, con este otro tampoco”, advirtió.
El deterioro de la obra social OSPRERA
En cuanto a la obra social del gremio, OSPRERA, Gómez admitió que durante los últimos meses la situación fue crítica: “Hubo momentos en los que no teníamos ni una aspirina para los trabajadores. Cero servicios, cero medicamentos oncológicos, ni siquiera para tratar la hipertensión o la diabetes”. Sin embargo, reconoció que en las últimas semanas, gracias a la presión gremial, algunas prestaciones comenzaron a restablecerse.
Un grito que se empieza a oír
La movilización del sector rural, muchas veces silencioso, se alza hoy como un grito ahogado que exige ser escuchado. El mensaje es claro: sin reconocimiento, sin condiciones dignas, sin actualización salarial y sin acceso a la salud, no hay producción sostenible. “El trabajador rural cuida el capital del patrón, trabaja todo el año, muchas veces sin ser visto. No pedimos un chalet. Pedimos dignidad”, concluyó Gómez.