Los números absolutos que hoy muestran un repunte general de la actividad económica en los primeros meses del 2025 quizás no terminan de revelar problemáticas o inconsistencias que siguen ocasionando en el entramado de las pequeñas y medianas empresas.
La situación económica de Argentina presenta, en términos macroeconómicos, una serie de señales positivas. La desaceleración de la inflación, la acumulación de reservas en el Banco Central, el superávit fiscal y comercial, y una política monetaria más austera muestran un intento claro del Gobierno por ordenar las variables estructurales de la economía.
Estos indicadores, que durante años estuvieron fuera de control, comienzan a alinearse con criterios de estabilidad y previsibilidad.
Sin embargo, esta aparente recuperación macroeconómica contrasta fuertemente con la realidad que atraviesan las pequeñas y medianas empresas (pymes), los comercios y buena parte de la sociedad.
La recesión es profunda y visible. El consumo cayó drásticamente, el crédito se encuentra prácticamente paralizado, y la caída en la actividad golpea directamente al empleo informal, al autónomo, y a las pymes que sostienen una parte fundamental del tejido productivo nacional.
La contracción económica responde a una política de ajuste que busca corregir los desequilibrios heredados. Pero el costo social y productivo es alto y se ha sostenido de forma prolongada por un año y medio.
Muchas pymes enfrentan dificultades para sostenerse: ventas en baja, tarifas elevadas, presión impositiva y falta de financiamiento. El riesgo de cierre o de informalización crece cada semana.
En este contexto, si bien hay orden en las grandes cifras, el motor del país —que son las pymes, los trabajadores, los emprendedores y las economías regionales— está funcionando con mínimos recursos, y con serias dificultades para proyectar a mediano plazo. La confianza aún no se traduce en movimiento.
Para corregir esta asimetría entre el orden macroeconómico y la parálisis productiva, es clave aplicar medidas que reactiven el consumo y el crédito sin abandonar la disciplina fiscal.
Se necesita un plan concreto de alivio para pymes, con reducción de cargas impositivas, acceso a financiamiento blando y programas que incentiven la producción y el empleo.
También es urgente impulsar la obra pública y las economías regionales, motores clave del interior.