El llamado “Grito Federal”, impulsado por cinco gobernadores, sacudió el tablero político nacional. Más que un gesto testimonial, esta alianza abre una serie de interrogantes estratégicos y electorales de cara a octubre: ¿cómo competirán en el orden nacional? ¿Lograrán conformar un bloque legislativo cohesionado? ¿Es esta jugada el nacimiento de una nueva identidad política o apenas una reacción táctica ante la incertidumbre?
La idea de “competir mancomunadamente” introduce una figura inusual en la dinámica política argentina: una especie de candidatura federal con potencial de convertirse en un “spoiler electoral”. En la jerga de la ciencia política, una candidatura spoiler es aquella que no necesariamente gana, pero sí puede alterar de manera significativa el resultado final, restando votos a una fuerza política más afín que a otra. En este caso, todo indica que el principal perjudicado no sería Javier Milei, sino eventualmente el peronismo.
Esto, sin embargo, no es tan sencillo de definir. El “Grito Federal” aparece como reflejo de dos fenómenos simultáneos: por un lado, el crecimiento de la presión de La Libertad Avanza en los territorios provinciales —donde Milei busca consolidar estructura y apoyo—, y por otro, el rechazo sostenido hacia el gobierno nacional, que el PJ no logra absorber ni capitalizar plenamente.
Paradójicamente, esta nueva alianza podría terminar siendo funcional al peronismo, o al menos a sus sectores más pragmáticos. En un escenario en el que el PJ conserva un núcleo sólido de apoyo pero con márgenes estrechos de crecimiento, la aparición de una tercera opción con perfil federal podría ampliar el espectro opositor sin dividir por completo el voto anti-Milei, y al mismo tiempo, servir de puente con sectores desencantados que no volverían fácilmente al redil peronista.
El desafío, claro, será sostener esa mancomunidad más allá de una foto inicial. ¿Podrán estos gobernadores, con intereses y realidades muy distintas, construir una propuesta común y duradera? ¿O se trata apenas de un gesto defensivo frente a un oficialismo nacional debilitado y una oposición nacional cada vez más polarizante?
En cualquier caso, el “Grito Federal” anticipa que la elección de octubre no será simplemente una repetición de la polarización 2023, sino que podría incorporar variables inesperadas que reconfiguren alianzas, votos y liderazgos. Si logra institucionalizarse, esta jugada podría marcar un nuevo capítulo del federalismo político en la Argentina, con impacto tanto en el Congreso como en la gobernabilidad nacional.
Por ahora, más que certezas, lo que deja es una señal clara de que el mapa político argentino sigue mutando, y que ni el oficialismo ni la oposición pueden confiarse de sus bases tradicionales. El “grito”, en definitiva, puede convertirse en eco.