Ante la escalada del conflicto gremial impulsado por la conducción del SOMU, que ahora ha decidido extender las medidas de fuerza a la flota merlucera —la cual se encontraba operando con normalidad—, expresamos nuestro más enérgico rechazo a esta decisión insólita e irresponsable, que agrava aún más la situación de miles de trabajadores del sector pesquero.
Más de 4.000 marineros dedicados al langostino ya se ven directamente afectados por un conflicto que aún no encuentra vías de solución. En lugar de buscar un camino conciliador, tal como lo han hecho otras organizaciones gremiales del sector (como la Asociación de Capitanes y el SiCoNaRA), la dirigencia del SOMU ha optado por extender el paro a más de 1.500 trabajadores que no tenían relación alguna con el conflicto. Esto no solo los priva de su fuente laboral y salarial, sino que pone en riesgo toda la operatoria del sector merlucero.
Además de los marineros directamente implicados, esta medida impacta de forma negativa y directa en toda la cadena productiva y de servicios vinculados a la actividad pesquera: estibadores, proveedores de combustible, talleres navales, personal portuario, entre otros. Miles de familias trabajadoras ven así peligrar su sustento, sin haber sido parte ni causa del conflicto.
Los marineros de la flota merlucera desean y necesitan trabajar. Cuentan con acuerdos vigentes, perciben su salario en tiempo y forma, y no están envueltos en disputa alguna. Sin embargo, son utilizados como herramienta de presión, en una estrategia que no solo no resuelve el conflicto del langostino, sino que lo amplifica, causando más daño del que pretende remediar.
Resulta imprescindible que todos los actores involucrados —empresas, sindicatos y autoridades— actúen con lucidez, razonabilidad y responsabilidad. Y el SOMU no puede ser la excepción. Es hora de abandonar las posturas intransigentes y destructivas, y abrir canales de diálogo reales que permitan arribar a acuerdos sostenibles, como ya han hecho otros gremios del sector.