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El cierre bonaerense que definirá el escenario nacional

Las elecciones desdobladas del 7 de septiembre en la provincia de Buenos Aires ya entraron en la historia política reciente como una de las configuraciones más tensas y enmarañadas de los últimos tiempos. Lo que parecía un cierre de listas tradicional terminó transformándose en un vodevil de negociaciones al límite, internas estalladas y alianzas armadas con el hilo más fino. Lo que está en juego, sin embargo, es mucho más que cargos locales: es la antesala del verdadero desafío de octubre, donde se definirá el futuro político del oficialismo y de la oposición, y acaso la gobernabilidad del segundo tramo del mandato de Javier Milei.

Un peronismo dividido, obligado a unirse

La postal del PJ bonaerense es la de una unidad forzada, sostenida por promesas a futuro y una tensión que rozó la ruptura en varias oportunidades. Axel Kicillof, desde el Movimiento Derecho al Futuro (MDF), y Máximo Kirchner, por La Cámpora, protagonizaron un duelo silencioso pero feroz. El reparto de cabezas de lista en las secciones clave fue el nudo del conflicto. Mientras desde el Patria se adjudicaban gestos de cesión, el entorno del gobernador aseguraba estar acorralado por posiciones inflexibles.

El cierre, lejos de ser prolijo, se estiró hasta la madrugada del domingo y requirió de una prórroga poco habitual otorgada por la justicia electoral, en medio de un oportuno corte de luz que funcionó como válvula de escape. El Frente Renovador, que también reclamaba protagonismo, amagó con armar lista corta en Tigre, su bastión. La sangre no llegó al río, pero apenas. La foto final muestra candidaturas de peso con fuerte aroma testimonial, y un armado desordenado que anticipa tensiones futuras. Gabriel Katopodis encabezará la Primera sección, Verónica Magario la Tercera, y otros nombres resonantes se distribuyen en el resto de las secciones.

Karina Milei: la dueña de la lapicera

Del otro lado del espectro, La Libertad Avanza consolidó su alianza con el PRO. En una escena de alto valor simbólico, Karina Milei encabezó la mesa donde se terminó de delinear el acuerdo, flanqueada por Cristian Ritondo, Diego Santilli, Sebastián Pareja y Lule Menem. La imagen dejó en claro quién tiene el control del armado: la hermana del Presidente.

Con la inclusión de figuras como el excomisario Maximiliano Bondarenko en la Tercera, el mensaje también fue programático: la seguridad será eje central de campaña en el conurbano profundo. Diego Valenzuela, cercano a Bullrich, fue el elegido para la Primera. En tanto, Guillermo Montenegro, intendente de Mar del Plata, aparece como pieza clave del acuerdo, con proyección nacional si se concretara una eventual candidatura de Bullrich al Senado.

El PRO, entre la sumisión y la fuga

La alianza con los libertarios no fue sin costos para el PRO. Varios intendentes del interior bonaerense, cercanos a Jorge Macri, rechazaron integrarse a la lista violeta y buscaron cobijo en las filas radicales. Pablo Petrecca (Junín), María José Gentile (9 de Julio) y Santiago Passaglia (San Nicolás), entre otros, evitaron pintar sus boletas de violeta.

En Vicente López, la vice del PRO nacional, Soledad Martínez, fue clave para sostener el pacto con LLA. Logró conservar el control del armado local bajo una fórmula 70-30 favorable a sus propios candidatos. Al final, desde el PRO destacaban que todos los sectores del partido estaban representados en las listas, con lugar para Ritondo, Santilli, Grindetti, Montenegro y la propia Martínez.

Los radicales, con bisturí fino

La UCR, por su parte, tejió una ingeniería silenciosa pero eficaz. Lograron atraer a sectores peronistas desencantados como Julio Zamora en Tigre, y conformaron el sello “Somos Buenos Aires” con figuras como Facundo Manes y Pablo Domenichini, articulando un armado que, aunque más austero en volumen, se muestra más sólido que en los comicios porteños de mayo, donde la dispersión los dejó fuera de juego.

Septiembre clave, octubre decisivo

El 7 de septiembre será algo más que una elección local. Sin arrastre de boletas nacionales por el desdoblamiento, cada voto bonaerense funcionará como un termómetro que anticipa lo que vendrá en octubre. En ese escenario, cada alianza, ruptura y testimonial cobra una dimensión mayor. La política bonaerense, una vez más, marca el pulso del país.

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