En medio de los anuncios del Gobierno Nacional sobre una posible eliminación paulatina de aranceles para productos tecnológicos como celulares y computadoras, los efectos sobre la economía regional y los puestos de trabajo han encendido el debate. Para analizar el impacto real de estas medidas, conversamos con Matías Iglesias, presidente de la Cámara de Tecnología de la Información y Comunicaciones del VIRCh, quien brindó una mirada crítica y federal sobre el tema.
El acceso a la tecnología como herramienta de trabajo
Iglesias celebró el anuncio desde una perspectiva práctica: “Hoy un celular no es un lujo, es una herramienta de trabajo. Cualquier baja en los costos es bienvenida”. En un país donde los servicios basados en el conocimiento crecen y permiten trabajar desde cualquier parte del mundo, la posibilidad de abaratar los costos de dispositivos tecnológicos puede tener un impacto significativo en la inclusión digital y laboral.
A pesar de su entusiasmo por la medida, el dirigente fue cauto: “Ojalá se traduzca en una baja del 30%, pero vivimos en Argentina… Ver para creer”.
Precios inflados: una brecha con el exterior
El dirigente tecnológico no dudó al señalar la brecha de precios: “Una computadora o un teléfono celular está, por lo menos, un 100% más caro en Argentina que en otros países”. Según su experiencia y la comparación con países como Chile, Brasil o incluso Estados Unidos, los productos tecnológicos en el país duplican su valor debido a aranceles, carga impositiva, costos logísticos y laborales.
“El problema no es solo el arancel. Hay una suma de factores que elevan los precios: logística, economía regional, y estructura impositiva”, remarcó Iglesias.
Impacto regional y el riesgo de centralismo
Más allá de lo técnico, Matías Iglesias puso el foco en lo social y federal: “No hay que comerse el amague. Si eliminamos regímenes que hacen competitivas a economías como la de Tierra del Fuego, estamos favoreciendo un país más centralista”.
Criticó con dureza las declaraciones del vocero presidencial que relativizó la posible pérdida de 60.000 puestos de trabajo en Tierra del Fuego tras los cambios en el régimen de promoción industrial: “Lo dicen desde Buenos Aires como si nada. Pero para una provincia como esa, es una tragedia”.
Recordó también lo que sucedió en el Valle Inferior del Río Chubut cuando terminó el régimen textil: “La gente quedó, pero las empresas se fueron a lugares con costos laborales más bajos. Ya vivimos eso”.
“No todos hacen trampa”: la defensa a los empresarios del sur
Iglesias fue claro al diferenciar entre quienes se aprovechan del sistema y quienes invierten genuinamente en el desarrollo tecnológico argentino: “No se trata solo de ponerle una etiqueta a una caja. Hay producción real en Tierra del Fuego: memorias, paneles solares, desarrollo de pantallas. No hay que pagar justos por pecadores”.
Afirmó que está bien perseguir a quienes incumplen la ley, pero advirtió contra la generalización: “Hay gente que invierte y apuesta por un lugar inhóspito. Merecen que se respalde su esfuerzo”.
Conclusión: tecnología, sí, pero con mirada federal
Iglesias finalizó con una reflexión integral: “Está buenísimo que bajen los precios, porque la tecnología nos conecta y nos iguala. Pero hay que tener cuidado con la agenda detrás de estos anuncios. Somos 24 provincias y todas merecen oportunidades”.
Su mirada combina entusiasmo por el avance tecnológico, cautela ante los anuncios gubernamentales y una firme defensa del federalismo productivo. La discusión sobre aranceles no es solo económica: es una conversación sobre el modelo de país que se desea construir.