Aunque muchos porteños la conocen solo como “esa mole de cemento” que se alza en el cruce de Dorrego y Luis María Campos, la Torre Dorrego es mucho más que un edificio imponente. Su estética brutalista, sus 102 metros de altura y su reciente aparición en la serie El Eternauta la devolvieron al centro de la cultura popular, recordándonos que algunos íconos urbanos no envejecen: se reinventan.
Nacimiento de una torre única
Inaugurada en 1976, la Torre Dorrego fue diseñada por el prestigioso estudio MSGSSS (Manteola, Sánchez Gómez, Santos, Solsona y Viñoly), los mismos arquitectos detrás de la Biblioteca Nacional. Se levantó sobre un terreno que hasta entonces había pertenecido al Ejército y que fue destinado a uso residencial.
La torre es un exponente puro del brutalismo, una corriente arquitectónica que prioriza la funcionalidad, la exposición de materiales sin revestimientos y un diseño austero pero imponente. “Parece una escultura de cemento”, dice Eugen Matarozzo, especialista en arquitectura, al describir su forma: balcones que emergen como lenguas de hormigón y ventanas dispuestas como ranuras en el cielo.
Sin embargo, detrás de esa apariencia imponente también hay una lógica práctica: los pisos desfasados favorecen la ventilación cruzada y las vistas abiertas, mientras que la base elevada libera espacio en planta baja, generando un área de uso común que en los años ’70 era una apuesta arquitectónica arriesgada.
Un ícono urbano habitado y vigente
La Torre Dorrego cuenta con más de 130 unidades funcionales. A lo largo de los años fue hogar de artistas, profesionales, parejas jóvenes, familias y personas mayores. Todos ellos conviven en un espacio que, más allá de su diseño, conserva el carácter de comunidad.
Algunos datos clave:
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Altura: 102 metros.
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Año de inauguración: 1976.
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Diseño: Estudio MSGSSS.
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Estilo: Brutalismo.
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Material: Hormigón armado.
Del cemento a la pantalla: El Eternauta y la nueva visibilidad
El regreso de El Eternauta, la serie basada en la histórica historieta de Héctor Germán Oesterheld y Francisco Solano López, le dio una segunda vida simbólica al edificio. La Torre Dorrego aparece como parte del escenario de una Buenos Aires distópica, tomada por la nevada mortal y la resistencia de los personajes. Su imagen encaja a la perfección en ese paisaje de ciencia ficción, donde la ciudad es protagonista tanto como los humanos que la habitan.
Así, este coloso de hormigón vuelve a contar una historia. No solo la suya propia, de vanguardia arquitectónica y experimentación urbana, sino también la de una ciudad que nunca deja de transformarse.