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Uranio en Chubut: Ciencia, recursos y una discusión pendiente

La geóloga Nilda Marveggio, profesional de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), arrojó una serie de datos y reflexiones clave que merecen ser parte de una discusión pública seria, basada en conocimiento técnico y científico, más allá de posiciones ideológicas o temores infundados.

Durante una extensa charla telefónica, Marveggio explicó con claridad la situación del yacimiento de Cerro Solo, ubicado a unos 70 km al norte de Paso de Indios. Este yacimiento, con 700 hectáreas de superficie, posee 4900 toneladas de uranio in situ. Una cifra que, si bien no es significativa en el contexto mundial —donde países como Canadá, Kazajistán o Brasil concentran enormes reservas—, es relevante para el autoabastecimiento energético de la Argentina.

“Para Chubut, es mucho. Junto con Sierra Pintada (Mendoza), alcanza para autoabastecer si se cumple el plan nuclear nacional”, remarcó Marveggio.

Además del uranio, en Cerro Solo también se ha identificado molibdeno, y dentro de este, renio, un mineral estratégico por su altísimo punto de fusión (más de 3.180°C) que se utiliza, por ejemplo, en turbinas de aviones, en naves espaciales y en procesos industriales avanzados. Se trata de tierras raras, recursos cada vez más codiciados en el mundo.

La geóloga también explicó que el uranio argentino tiene una ley baja (aproximadamente 800 gramos por tonelada), lo que implica mayor trabajo de extracción por unidad de mineral útil. En contraposición, yacimientos canadienses alcanzan leyes de hasta 80 kg por tonelada. Aun así, enfatizó: “No es muy grande lo que tenemos, pero es lo único que tenemos. Y sirve”.

Cerro Solo: una Reserva Federal

Un punto clave de la conversación fue el estatus legal del yacimiento Cerro Solo, que, según Marveggio, no es propiedad de la provincia, sino una Reserva Federal, en manos de la Comisión Nacional de Energía Atómica.

“Estas reservas pasaron a jurisdicción federal por las inversiones realizadas previamente por la CNEA. Si se pretendiera revertirlas, tendría que modificarse el Código de Minería”, detalló.

Esta situación ha generado tensiones. La provincia habría solicitado la reversión de algunas áreas bajo control de la Comisión, argumentando que no se están explotando. Pero Marveggio sostuvo que la CNEA ha invertido y trabajado de forma continua, al menos en los períodos 2014–2018, incluso obteniendo títulos de propiedad sobre yacimientos como Arroyo Perdido y El Molino.

El dilema legal: Ley 5001 y las formas de extracción

Otro foco del debate es la Ley 5001, sancionada en 2003, que prohíbe la minería metalífera a cielo abierto y el uso de cianuro en Chubut. Pero Marveggio fue clara:

“La ley no prohíbe la minería, prohíbe una modalidad específica: la explotación a cielo abierto. Si se explotara por métodos subterráneos, como en Cerro Solo, o con técnicas alternativas, sería viable”.

Una de esas técnicas es la lixiviación in situ, un método menos invasivo ambientalmente, donde se inyectan soluciones al subsuelo para disolver el mineral y extraerlo mediante bombeo. Sin embargo, en Cerro Solo no es aplicable, debido a las condiciones geológicas y al riesgo para los acuíferos. La CNEA incluso trajo expertos internacionales en los años 90, quienes desaconsejaron su uso.

“Hicimos todas las pruebas, incluso con expertos de Bulgaria y EE.UU., y se determinó que era inviable. Además, podría dañar los acuíferos”, afirmó.

¿Por qué no se convoca a los científicos?

Una parte especialmente llamativa de la entrevista fue la denuncia de falta de convocatoria a los técnicos y científicos que han estudiado el yacimiento por décadas. “Nunca nos convocaron a participar del debate sobre minería sí o no”, dijo Marveggio, sugiriendo que razones políticas y el miedo al costo social del debate han impedido una discusión basada en evidencia.

Incluso se mencionó que el Consejo Provincial del Ambiente (COPRAM), creado por la misma Ley 5001 para definir zonas mineras viables, nunca se implementó como se indica en la legislación, dejando el tema en un limbo institucional que impide decisiones claras.

Un debate que apenas empieza

La geóloga dejó abierta la puerta a seguir conversando, incluso a asistir a estudios o espacios públicos para informar con base científica, sin ocultar su frustración:

“Esto no es una creencia, es ciencia. Y los únicos que han estudiado estas rocas con conciencia somos los que estuvimos ahí. ¿Por qué no se nos convoca?”.

En el cierre del programa, quedó flotando una reflexión inevitable: mientras las comunidades cercanas viven en la pobreza, y la provincia continúa buscando salidas económicas, hay un recurso natural estratégico, con estudios serios y potencial de desarrollo, que sigue sin explotarse ni debatirse con madurez.

Y como conductor, lo digo con claridad: si este debate va a empezar, que sea con todos los datos sobre la mesa. Sin prejuicios. Sin bajar línea. Sin miedo.

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