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“LA CENTRALIDAD ESTÁ EN EL TRABAJO HUMANO, MÁS ALLÁ DE LA TECNOLOGÍA”

Lo afirma Claudia Figari, directora del Centro de Estudios e Investigaciones Laborales del Conicet, organismo que cumple medio siglo de indagación y análisis de un mundo de trabajo en contanste transformación. Con Télam, habló de los desafíos de la robotización, el teletrabajo y el rol clave de la mujer.

Por Daniel Giarone

El CEIL fue creado en 1971 en el ámbito del Instituto de Investigaciones Administrativas de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de La Plata. Tres años después pasó a la órbita del Conicet.

El CEIL fue creado en 1971 en el ámbito del Instituto de Investigaciones Administrativas de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de La Plata. Tres años después pasó a la órbita del Conicet.

Al calor del desarrollo de las nuevas tecnologías digitales, el mundo del trabajo viene sufriendo profundas transformaciones desde las últimas décadas del siglo XX. De los dispositvos electrónicos a la tecnología digital, del trabajo humano a la robotización, el empleo, la producción y la clase trabajadora han cambiado. Y las innovaciones parecen estar lejos de detenerse.

La indagación, análisis y perspectivas de esos procesos, que incluye tanto al trabajo urbano como rural, son la materia prima con la que el Centro de Estudios e Investigaciones Laborales (CEIL), dependiente del Conicet, se convirtió en una referencia nacional e internacional desde su nacimiento en 1971, hace casi medio siglo. Además, el CEIL pertenece a la red de institutos del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO).

“Hacemos ciencia pública, democrática y abierta para toda la sociedad. No se trata de un trabajo de escritorio, que queda en la producción de papers. Nuestro trabajo sólo tiene sentido si contribuye a la mejora de las condiciones de trabajo, y de calidad de vida, de los trabajadores”, dice a Télam Claudia Figari, quien dirige el CEIL desde 2019, a la hora de trazar un horizonte para el centro de estudios que este 15 de mayo cumple 50 años.

Julio César Neffa y Héctor Cordone, miembros fundadores del Centro de Estudios e Investigaciones Laborales.

Julio César Neffa y Héctor Cordone, miembros fundadores del Centro de Estudios e Investigaciones Laborales.

Con una serie de actividades y charlas que se extenderán hasta octubre, el organismo celebrará un nuevo aniversario como así también la articulación con los distintos actores que forman parte del universo laboral. “El CEIL se caracteriza por realizar un trabajo colectivo, colaborativo, multidisciplinario y plural. Desde este lugar se ha creado comunidad y se ha hecho escuela”, evalúa Figari, quien además es doctora en Ciencias de la Educación y Magister en Ciencias Sociales del Trabajo.

El impacto de la pandemia en las relaciones laborales, la centralidad del trabajo humano en plena irrupción de las tecnologias digitales en el proceso productivo, el papel de la virtualidad en la educación y el impacto de las demandas del movimiento feminista sobre la clase trabajadora, fueron otros de los temas a los que se refirió la titular del CEIL en su diálogo con Télam.

Claudia Figari, directora del CEIL.

Claudia Figari, directora del CEIL.

-Claudia, el CEIL nació a comienzo de la década del 70 en el seno de la Universidad de La Plata para convertirse en una referencia nacional ¿Con qué objetivos surgió el centro de estudios y cómo acompañó las transformaciones que desde entonces se produjeron en el mundo del trabajo?

-Los dos aspectos que marcaron la gestión institucional del CEIL, y que se sostuvieron a lo largo de este medio siglo, fueron establecer espacios de formación permanente y una vinculación estrecha con diferentes organizaciones, sindicatos, organizaciones sociales y políticas gubernamentales, para contribuir, a partir de la investigación, a la planificación y definición de aspectos centrales que hacen a la vida de los trabajadores. De ese primer lustro del CEIL, previo a la dictadura cívico-militar, debemos un enorme agradecimiento a sus miembros fundadores: Julio César Neffa, Floreal Forni, Raúl Bisio y Héctor Cordone.

Ellos impulsaron un espacio que se sostuvo en sus objetivos originales pero que también supo revalorizar líneas emergentes de investigación e incluso consolidar dos tradiciones: la sociología de la religión y los estudios cualitativos, que marcan una identidad del Centro desde sus orígenes. También hay que destacar el rol de los ex directores del CEIL. Además de Neffa y Forni, el de Irene Vasilachis y Guillermo Neiman. Y, por supuesto, el de todos los trabajadores del Centro: investigadores, becarios, profesionales y técnicos. Sin todos ellos el CEIL no se hubiera constituido en un Centro de referencia y excelencia en los estudios socio-laborales.

El objetivo del CEIL es producir, comunicar y transferir conocimientos científicos de excelencia, preservando la libertad académica y promoviendo el pluralismo

-¿Por qué es importante que el Estado financie la investigación en material laboral y a quienes nutre el CEIL con su trabajo?

-Es fundamental que el Estado financie la investigación. Hacemos ciencia pública, democrática y abierta para toda la sociedad. No se trata de un trabajo de escritorio, que queda en la producción de papers. Nuestro trabajo sólo tiene sentido si contribuye a la mejora de las condiciones de trabajo y la de calidad de vida de los trabajadores. Y lo hace visibilizando, a partir de investigaciones fundadas, las diferentes formas de precarización, de opresión, que acontecen en múltiples espacios y escenarios laborales. Investigaciones que además nos permiten vincularnos con múltiples instituciones. El CEIL se caracteriza por realizar un trabajo colectivo, colaborativo, multidisciplinario y plural. Desde este lugar se ha creado comunidad y se ha hecho escuela.

-¿Esto supone un estrecho vínculo con otras instituciones?

-Un aspecto central que atraviesa al CEIL, además de realizar investigaciones tanto empíricas como teóricas, es una fuerte impronta de vinculación con otras instituciones. Un Centro de puertas abiertas y que va más allá de sus fronteras, relacionándose con instituciones gubernamentales, sindicales, sociales y formativas en el país y en el mundo. El CEIL se nutre también de investigaciones de otros colegas e instituciones. No se podría realizar investigación con financiamiento público si lo que se produce no contribuye a una sociedad más justa, más solidaria, democrática, y con un compromiso fundamental con los sectores más vulnerados de la sociedad. Nuestras investigaciones deben traducirse en contribuciones en este sentido.

Por eso es que hay una fuerte tradición de generar acuerdos y convenios con instituciones que nos permitan interpelar las investigaciones realizadas para ajustar o reenfocar las problemáticas a investigar. Un círculo virtuoso entre la producción de conocimiento y la vinculación con otras instituciones. A esto se suma la difusión y divulgación de lo que se produce.

“La tarea del CEIL sólo tiene sentido si contribuye a la mejora de las condiciones de trabajo y a la calidad de vida de los trabajadores”

-En cuanto a los principales desafíos que hoy enfrenta el mundo del trabajo, ¿la robotización e informatización de la producción amenazan con terminar con el trabajo tal como lo conocemos?

-Ya en los años 90 discutíamos mucho sobre la incorporación de las nuevas tecnologías en las diferentes actividades productivas y cómo afectaba el trabajo humano. Se debatía entonces sobre el fin del trabajo a partir de las “bondades” de esas nuevas tecnologías. Y más allá de estos cambios tecnológicos, hoy hablaríamos del teletrabajo, de las tecnologías digitales, línea de investigación que seguimos en el CEIL, siempre planteamos la centralidad del trabajo humano. La producción de riqueza es realizada a partir del aporte del trabajo de los y las trabajadoras. Esto más allá del uso de determinadas tecnologías que, sin lugar a dudas, a reconfigurado nuevos roles.

-A partir del aislamiento que supuso la pandemia, el teletrabajo salió de la discusión académica para instalarse en la sociedad, ¿con qué resultados?

-Las tecnologías digitales y la economía de plataforma, han permitido comunicarnos estando cada uno en su casa. Digamos también que este trabajo remoto no se está realizando en todas las actividades productivas. Pero más allá de esto observamos que el teletrabajo tiene dos caras. Por un lado no podemos desconocer que ha permitido sostener, por ejemplo, la educación en todos sus niveles, además de múltiples actividades laborales. Esto hubiera sido impensado en los años 80.

Pero hay una contracara de este fenómeno y es que aún faltan muchas regulaciones, que hay mucha gente desbordada por esta modalidad, ya que está todo el tiempo conectada y dando respuestas. Se trabaja y se trabaja muchísimo. Faltan muchas regulaciones porque el teletrabajo se nos impuso.

“El teletrabajo ha permitido sostener la educación en todos sus niveles. La cara negativa es que aún faltan muchas regulaciones”

-Mencionaste la educación, ¿qué observan que sucede allí?

-Se puede hacer una educación virtual de altísimo nivel pero hay que comprender que esa educación no sólo tiene que ver con estar on-line sino con un conjunto de actividades asincrónicas que contribuyen con ella. Antes se hablaba de la educación a distancia. Hoy la educación virtual ligada al teletrabajo es una especialidad dentro del campo de la pedagogía. Implica no solo tener una comunicación a tiempo real sino también generar materiales en formatos diversos que permitan acompañar los procesos de enseñanza-aprendizaje. Y los docentes han hecho un esfuerzo fundamental para sostener esos procesos.

-A comienzos de abril el CEIL presentó el libro “Mujeres trabajadoras: puentes entre la producción y la reproducción”. ¿Se está transformando el lugar de la mujer en el mundo laboral a partir de los cambios que está forzando el movimiento feminista?

-Se está transformando muchísimo. La investigación interpela los vínculos entre género y clase: el ámbito de la producción, del proceso de trabajo, y la actividad de la reproducción social. El lugar de la mujer es fundamental. Sin embargo, aunque podemos reconocer que ha habido transformaciones, falta pensar cómo los derechos que se reivindican desde el movimiento feminista se llevan a la escena laboral. Y también cómo desde los movimientos feministas se lucha, se resiste, se organiza, por los derechos laborales que han sido muy resentidos durante la pandemia.

“Hace falta pensar cómo los derechos que se reivindican desde el movimiento feminista se lleven a la escena laboral”

-¿En qué aspectos del mundo laboral se observan las mayores desigualdades entre varones y mujeres?

-Las desigualdades en términos de remuneración, de conducción, de por qué una mujer no puede manejar una máquina que siempre estuvo reservada para el varón, asumiendo trabajos de alta complejidad en diferentes actividades. El tema es cómo se llevan estas reivindicaciones del movimiento de mujeres al conjunto de la clase obrera, ya que tienen mucho que ver con los derechos sociales adquiridos por el conjunto de los trabajadores.

-¿Cómo serán los festejos por los 50 años del CEIL?

-Vamos a celebrar estos primeros 50 años de manera virtual y a través de un conjunto de actividades que nos van a interpelar. En el mes de mayo, que es el mes aniversario, vamos a presentar un video con los ejes de las actividades del Centro: el CEIL creando comunidad a partir de diálogos intergeneracionales; leer y escribir para la producción científica; hacer escuela a partir de los múltiples vínculos con otras instituciones; la problematización a partir de debates teóricos y empíricos; y la relación del Centro con la sociedad, tanto en el país como en el plano internacional. Además, entre junio y octubre vamos a realizar actividades mensuales consistentes en conversaciones en torno a cada uno de estos ejes.

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