Madryn

¿Pasará la tempestad en Chubut?

¿Qué tiempos se avecinan para Chubut? ¿Cuáles son las perspectivas a futuro con el cambio político que se producirá en Diciembre? ¿Soluciones? ¿Mas conflicto? ¿Tregua? ¿Y la crisis?

A nivel nacional Cambiemos se retira para rearmarse en el panorama político, ahora como oposición luego de haber perdido una elección frente al peronismo unificado bajo la figura de Alberto Fernández, quien resultó elegido el Presidente de la Nación para los próximos cuatro años. Lo cierto, es que el triunfo del binomio Fernández – Fernández no resultó para nada indiferente para un gobernador ahogado por una crisis económica, social y por sobre todas las cosas políticas. Un gobernador debilitado y sin oxígeno que, en muchos momentos, ha sufrido las consecuencias de la soledad construida a causa de la extensión de los conflictos sin solución.

Lejos de llegar el milagro para nuestra provincia, el flamante presidente electo ya avizoró que se acercan tiempos críticos y no parece ser todo tan sencillo como se prometió durante una campaña que volvió a la vida a un peronismo dividido. En medio, se diluyen las posibilidades de auxilio financiero para la provincia, y a pesar de las fotos y el buen comportamiento del gobernador, acatando algunas bajadas de línea en el ultimo tiempo, parece difícil en este contexto atender las necesidades de esta provincia, y aún más, cuando carece de una dirigencia oficialista fuerte que sirva de anclaje al poder central.

Durante el conflicto que aún se mantiene vigente con los trabajadores del estado de distintas áreas, la imagen pública, la credibilidad y la cintura política de Arcioni sufrió una caída drástica, pasando de ser el dirigente político que no provenía de la política, sucesor de Mario Das Neves, a ser un aislado Gobernador al que ni su vice gobernador electo le acepta hacerse cargo transitoriamente de un Ministerio. Gestos como estos exponen debilidad, y no sólo hacia afuera, con opiniones sociales encontradas y en contra, sino también hacia adentro, con una evidente ruptura dentro del gabinete, que se traduce en falta de coordinación en las acciones para la gestión de la crisis. Una tormenta sin capitán puede llevar al naufragio a cualquier tripulación.

¿Podríamos pensar que el 9 de diciembre se reinicia la vida política del Gobernador de Chubut? ¿Podríamos pensar que la figura de Ricardo Sastre trae aquella preciada vitalidad a la deteriorada imagen política de Arcioni? ¿O será esto una competencia de dirigencia y conducción, sabiendo por anticipado cuál será el resultado?

El Gobernador ha demostrado fragilidad y debilidad. Sin ir tan lejos, son evidentes las contradicciones de sus dichos respecto de los incipientes acuerdos logrados en negociaciones de sus ministros con los gremios docentes, por ejemplo. Constantemente sus declaraciones desacreditan el núcleo de los pequeños logros, avivando el enojo y encendiendo de nuevo los reclamos de los distintos sectores.

Recordemos que, en medio de una ruidosa semana pasada, el gobernador decidió remover de sus funciones al polémico Ministro Coordinador Massoni. Sorpresa no tan sorpresa fue la que nos llevamos al ver lo difícil que fue su reemplazo, que de hecho no se pudo concretar. Todos le dieron la espalda, inclusive Sastre, su ex compañero de fórmula y vice gobernador electo. Claros son los mensajes de un político que intenta proteger su imagen y resguardar su margen político para asumir sus funciones con aires de ser “el salvador” y “el distinto”, despegado de todo el conflicto.  

A veces parece que intenta instalarse a Ricardo Sastre, actual intendente de Madryn como el líder que le falta a Chubut en la cabeza de un gobierno que ha parecido, por momentos, padecer acefalia. Pero ¿podrán convivir estas dos figuras? ¿Se pueden equilibrar este posible liderazgo de Sastre con un “no liderazgo” de Arcioni? O ¿Uno tiene que apagarse para que surja el otro?

Al principio de este conflicto un sector del PJ había movido el avispero instalando en agenda un supuesto juicio político contra el actual gobernador de Chubut. Reuniones privadas en quintas dieron lugar a esta iniciativa que se daba en medio de un clima social realmente convulsionado que pedía a gritos que “Arcioni renuncie”. La bomba que se estaba preparando se desactivó de un momento a otro en nombre de la “gobernabilidad”. ¿Ha sido este el verdadero motivo? ¿O la estrategia va aún más allá?

¿Con que nos encontramos ahora? Tenemos un supuesto peronismo unido, que ha comunicado días atrás la unificación de todos los bloques legislativos, sin distinción de lemas pasarían a ser todos uno solo. Criticable decisión que pone en jaque la elección popular y dota de mayoría absoluta a esta fuerza en la próxima legislatura. Sin oposición en el legislativo, Arcioni parece tener luz verde para todos sus proyectos: reestructuración de la deuda, minería, etc. Ahora bien, debemos recordar que quién presidirá el Legislativo será el Vicegobernador de la provincia y por lo que vemos y más allá de vacías fotos, la unidad peronista lo estaría dejando afuera a Arcioni.

De forma paralela y de a poco van tomando estado público algunas cuestiones que se tenían guardadas bajo la alfombra del poder. Sueldos mal liquidados durante la presidencia de Arcioni en la Legislatura Provincial, por ejemplo, o bien los millones de pesos pagados a la empresa del Secretario del Gobernador. Situaciones que hacen hundir aún mas a un dirigente que nunca logró dirigir y que nos hacen pensar nuevamente, ¿Qué sucederá después del 9 de diciembre?

Lo que sabemos es que en política las bombas nunca se desactivan, sino que se guardan para un momento mejor. Con conflictos no resueltos, los respaldos poco a poco se van perdiendo y la posibilidad de sostener a alguien que no ha mostrado ser un hábil resolutor, se va apagando cada vez más.

Poco queda para obtener una respuesta a todos los interrogantes aquí planteados que, como chubutenses todos debemos preguntamos. La paz social parece ser aquello tan preciado en un contexto convulso. Sin claros dirigentes a los que confiar el manejo de una profunda crisis y con figuras que naturalmente van a competir pudiendo entrar en colisión, las perspectivas no parecen ser las mejores y las alternativas de solución se agotan.

Quiero repetir una frase de todo lo antedicho, que me queda como un pensamiento haciendo eco dentro de mi cabeza “en política, las bombas nunca se desactivan, sino que se guardan para un momento mejor”.

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