Madryn

La gestión represora

A casi siete meses de su asunción, el gobernador del Chubut, Mariano Arcioni se ha dedicado a pedir disculpas a los empleados públicos, a ensayar discursos de “un futuro mejor” y a darle la espalda a los gremialistas mostrando una notable debilidad para una figura que cree que está realizando un buen camino pero con su camioneta marcha atrás sin mirar hacia adelante.

Además, el descreimiento en alza de parte de la sociedad en su Partido Chubut Somos Todos debido a las diversas causas por asociación ilícita y fraude al Estado, lo pone al actual gobernador en el medio de un tsunami que parece no tener fin. No hay que olvidarse que él mismo figura en las planillas Excel recibiendo aportes en cuatro oportunidades que van desde los $24.000 a los $100.000 durante el año 2017 entre los meses de marzo y septiembre.

Y uno de los puntos centrales de su gestión es la constante manera de dirigirse a los trabajadores cuando reclaman o intentan acercarse a él en la vía pública –cuando decide salir de su oficina de Fontana 50- que inmediatamente responde con el accionar represivo de parte de la Policía del Chubut con sus bastones y gas pimienta a granel sin discriminar y afectando a hombres, mujeres y hasta algunos niños, como ocurrió este martes en el acto de entrega de viviendas en la ciudad de Puerto Madryn.

Realmente, el gobierno del Chubut vuelve a retroceder en la historia mostrando un cóctel de dudas como ocurrió hace 28 años que provocó la salida por la puerta de atrás (y con un juicio político) de un gobernador; y más cerca, es un calco del gobierno aliancista del 2001 que se terminó en el 2003 con la llegada del justicialismo chubutense.

La “provincia en crecimiento” de Arcioni está cada vez más lejos y lo único que se observa es un Estado de tensión permanente y que no se quiere dar cuenta como gobernante que está a un paso de una bomba molotov y nadie puede impedir que explote.

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