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“Hablemos de Género….”

Habitualmente, el título de un artículo sintetiza el contenido; la frase utilizada en el presente, convoca a la acción. Fue pensada y emitida por una mujer de decir directo, sencillo y de acciones transformadoras, ininterrumpidas a través de toda su vida: la doctora Carmen M. Argibay, nacida en Buenos Aires el 15 de junio de 1939 y fallecida en la misma ciudad, el 10 de mayo de 2014. En homenaje a su compromiso conla defensa de los derechos de la mujer y a su lucha por una sociedad más justa e igualitaria, les propongo continuar en el camino que inició, mediante comentarios promotores de cambios culturales necesarios para favorecer la prevención, sanción y erradicación de la violencia de género que nos afecta.

“Género”, “Perspectiva de género” y “Violencia de género” son expresiones que se han incorporado a la dinámica social argentina en las últimas dos décadas y media, atravesando los discursos político, técnico (jurídico y médico, entre otros) y también, el cotidiano. Sin dudas, la causa determinante es la desgarradora realidad que nos interpela desde el numeroso conjunto de víctimas, que nos emplaza a hablar sobre estos temas y actuar en consecuencia, comunitariamente. Necesitamos dialogar, haciéndonos oír y escuchar, para educar y construir espacios de convivencia saludable, reparadora, efectivamente garantizadora de los derechos esenciales que constituyen la dignidad de las personas. Derechos y garantías que debemos conseguir ejercer con plenitud y respetar integralmente, como acciones hacedoras de identidad, propia y de otros/as, erigiéndolos en principios esenciales del existir individual y colectivo.

En principio, para continuar y comunicarnos, debemos acordar signos básicos–códigos de expresión-, que nos permitan entendernos y comprendernos.

Sin perjuicio del debate académico que suscita el término género (incluida la opinión de la Academia Española de la Lengua; 2003), en la actualidad, pacíficamente aceptamos que no es sinónimo del sexo (masculino-femenino), ni es correcta su aplicación para referirse a las características diferenciales existentes entre uno y otro. No es un concepto determinado por la biología –como el sexo-, sino por las ciencias sociales;consiste en “una distinción relativa a la cultura”, “un ‘deber ser’ social”, que establece “las formas en que deben ser diferentes varones y mujeres y las distintas esferas sociales que deben ocupar” (MARTÍNEZ BENLLOCH, Isabel, “Actualización de conceptos en perspectiva de género y salud”, módulo 2, Programa de Formación de Formadores/as en Perspectiva de Género en Salud; Universidad de Valencia, 2013).

Es una configuración social, estereotípica, de síntesis, impuesta y exigida durante toda la vida, que parte de la configuración biológica (varón-mujer) pero la excede. Esa construcción, simbólica e histórico-cultural de los hombres y las mujeres, incluye lo biológico, lo económico, lo social, lo jurídico, lo político, lo psicológico, lo cultural y las  relaciones sociales de diversidad entre unos y otras. Se trata, entonces, de un conjunto de ideas, prescripciones y valoraciones sobre lo masculino y lo femenino; en particular, los sistemas de permisiones y prohibiciones y de atribución de poder e identificación jerárquica, por un lado y por el otro, la representación o perspectiva correspondiente.Así, el género, se focalizaen: a).- las reglas o parámetros según los cuales la persona deberá construir su vida, exclusivamente, en el espectro de espacios, actividades y deberes que el medio cultural le ha reservado como permitidos; al mismo tiempo, abstenerse de invadir los que se le impidan como prohibiciones, y b).- las desigualdades emergentes de ese sistema que acarrea, como consecuencia, un asimétrico o jerárquico reparto del poder.

En nuestra cultura predomina la asignación de género según el modelo patriarcal o machista; esto es, reservar al varón los roles de poder y expansión(a través de múltiples funciones, públicas y privadas) y a la mujer, los de sujeción y retracción (en todas sus potencialidades).En consecuencia, se espera y exige del varón que gobierne, dirija y construya normatividad; que elija y decida lo permitido y lo prohibido a unos y otras, dentro y fuera del ámbito social primario (familia, en sentido amplio y extenso del término); establezca los vínculos de relación y sus modalidades, con otros grupos sociales; identifique y configure riesgos y enemigos, etc. En todo ello, que actúe conforme su exclusivo criterio y en correspondencia al establecido culturalmente por sus pares varones, pues a él compete “proteger” (su persona y posesiones; es decir, las cosas y la prole), “procrear” (en tanto mero acto de expansión de la especie y configurador de su masculinidad) y “proveer” (sin distribuir de acuerdo a necesidades individuales, sino a su arbitrio). Por su lado,se espera y exige que la mujer quede limitada a las funciones residuales que le deja el varón; asuma, sin oposición, una actitud de acatamiento y satisfacción de las necesidades que aquel le impone en beneficio propio; se haga cargo del trabajo reproductivo y el cuidado inmediato de integrantes vulnerables del grupo micro y macro-social; ponga su capacidad al servicio de objetivos y valores determinados por el varón, incluyendo la tolerancia a toda carencia y menoscabo personal; protagonice valores útiles a la imagen sexista de autoridad masculina (honestidad, honor). En ese contexto, la mujer no es alguien igual al varón; siempre estará en una posición de desigualdad -en menos- y por ende, discriminada a su lugar de inferior jerárquico; su existencia será percibida, en grado variable, como la propia de las cosas (un algo y no, alguien); y su dominio, vivenciado como genuino derecho del dómino. En fin, la mujer como parte del botín ganado por el varón en su lucha vital personal y por ello, precisamente, es que debe “conquistarla”.

La representación del género, se denominaperspectiva; se funda enlas estructuras e ideologías simbólicas de la feminidad y masculinidad,construidas por oposición y siendo ambas de carácter necesario para la identificación de cada una. Conceptualmente, la representación o perspectiva de género no es solo aplicable ala mujer y, su finalidad, es el“esfuerzo por lograr modificaciones en las respectivas especificidades, funciones, responsabilidades, expectativas y oportunidades de varones y mujeres” (LAGARDE de los RÍOS, María Marcela, “Género y Feminismo. Desarrollo Humano y Democracia”, edit. Horas y Horas; Madrid, 1996).

El paradigma patriarcal impone representaciones de género estereotipadas, que se inician con la atribución –anterior al nacimiento- y completan en dos etapas ulteriores: la construcción de identidad de género, mediatizada por la adquisición del lenguaje (entre los 2 y 3 años de vida); y la formación del rol de género, paralela al desarrollo de la capacidad de pensamiento abstracto, pues requiere la incorporación de normas y valores impuestos por la sociedad. Este proceso se cumple en el marco de un sistemamayoritariamente dicotómico (varón-mujer) y desigual (privilegio del varón), explicado a través de múltiples teorías que pueden agruparse en: esencialistas (destacan un rasgo, por ej., la actividad), positivistas (describen lo que los hombres realmente son), normativas (lo que los hombres deberían ser) y semióticas (enfatiza las diferencias y define la masculinidad como la no-femineidad).En éstas últimas, es esencial el ejercicio desigual del poder y por ello resultan útiles para explicar fenómenos como la violencia de género y la particular característica de exigir la permanente re-afirmación social (a diferencia de la femineidad, culturalmente, más ligada a lo biológico). Dicha peculiaridad esdeterminante del “deber”, para el varón, de         ”afirmar en cada circunstancia su virilidad […] entendida como capacidad reproductora, sexual y social, pero también como aptitud para el combate y para el ejercicio de la violencia (en la venganza sobre todo)” (Bordieu; 2007).

El análisis de la realidad social, con perspectiva de género, muestra que en la mayoría de las culturas es la mujer  quien carga con el detrimento de la desigualdad y sus consecuencias limitativas y perjudiciales para su pleno desarrollo como persona (acceso a la educación, propiedad, rentabilidad de su trabajo, puestos de decisión en la estructura social, etc.).

En cuanto a violencia de género, cabe decir que es una expresión complejapues reúnela referencia a una conducta (violenta) y a su motivo determinativo (sumisión de la víctima, en razón de su género). Supone la existencia de un conflicto entre las partes y, además,  su resolución mediante el ejercicio de poder de una sobre la otra, previamente percibida y tratada discriminativamente. Es resultado de un paradigma social hegemónico (organización patriarcal) y un estereotipo sexista (machista); por ello, la víctima  -siempre-  es una mujer y el victimario –siempre-, es un varón.

Si se la describe como estructura actitudinal-conductual, la violencia de género, es un continuum que se extiende desde el denominado “micro-machismo o sexismo benévolo”, al femicidio. El primero de ellos, consiste en gestos, expresiones y acciones culturalmente naturalizadas, mediante las que el varón se relaciona con la mujer desde un rol de dominio (por., ejem., el constante requerimiento “seductor” a la mujer, frente al rechazo reiterado de ella: “cuando una mujer dice “NO”, en realidad, quiere decir “SI” y el varón “tiene certeza” que así lo hará ante su insistencia). Si se la observa como modalidad de inter-relación, se manifiesta a través de acciones y/u omisiones del varón, cuya finalidad es vencer la resistencia de la mujer y conseguir su obediencia/sometimiento. En su dinámica, muestra sucesivos ciclos de condicionamiento, agresión y pseudo-arrepentimiento; siempre progresivos, los dos primeros y siempre fallido, el tercero.En relación a este “circuito de violencia”, se han elaborado diversos procedimientos de predicción de riesgo.

La violencia de género no reconoce límites; por ello, se afirma su transversalidad. Este carácter, se advierte tanto en sentido intrínseco (en cada víctima, se observan tipos y modalidades diversas de violencia), cuanto extrínseco (puede afectar a mujeres de cualquier edad, nivel educativo, social, económico, etc.,). Acorde a ello, las medidas de prevención, contención y reparación del daño emergente, deben ser coordinadas, integrales y planificadas con eficiencia y eficacia.

En sucesivos comentarios, iremos desarrollando y profundizando estos y otros aspectos vinculados a la problemática de género; acercaremos datos estadísticos; e información que permita generar ámbitos, modalidades y herramientas operativas válidas para promover el cambio cultural de raíz que necesitamos. A ello, invito a todos/as los/as lectores/as…

 

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